Gadgets, asesinatos sigilosos y acción. Regresa Sam Fisher, una imparable máquina de matar.
Formidable. Mezclando elementos de cine de acción reciente con la propia idiosincrasia de las series Splinter Cell, Conviction se erige como una de las mejores entregas de la saga también en compatibles. Parecía que el momento no llegaría nunca, pero tras varios años de desarrollo ya está entre nosotros el Sam Fisher más brutal y despiadado.
Teníamos dudas, lo confesamos. En 2007 cuando nos acercábamos por primera vez a Splinter Cell: Conviction nos encontrábamos con un desconcertante Beat’em Up que poco o nada tenía que ver con lo que habitualmente había sido la propiedad intelectual de Ubisoft en términos jugables.
Sin embargo los galos, conscientes de la escasa aceptación que estaba teniendo con las primeras pantallas y previews el cambio de prisma entre los aficionados, optaron por hacer borrón y cuenta nueva y empezar de cero. Tabula Rasa para Conviction, y vuelta a la apuesta por el sigilo y los gadgets, aunque manteniendo la posibilidad de que el jugador tenga la opción de resolver las situaciones con acción si vía más sutil se tuerce.
Con esta propuesta tenemos entre manos Splinter Cell: Conviction, lo que no deja de ser un cambio radical sobre lo que las series nos ofrecía habitualmente. Conscientes de que la apuesta por la innovación es una de las claves más olvidadas en la actual generación de consolas, el reseteo de una saga con ya numerosas entregas a sus espaldas parecía más que aconsejable.
El asesinato de la hija de Sam Fisher será sólo el comienzo de nuestra aventura. Tras este acto se esconde una enmarañada trama de conspiraciones en las que deberemos bucear.
Conviction es un triunfo que da alas a lo fresco e inspirado en la industria del videojuego, dos conceptos perdidos en los últimos años. La deriva hacia la acción del título irritará a los más puristas aficionados de las entregas anteriores, sin embargo si el juego se mira con una perspectiva limpia y con la mente abierta a las mixturas de géneros, disfrutaremos de uno de los mejores juegos de acción-infiltración de los últimos tiempos.
No se Deja Atrás a un Hermano –La Historia-
En un momento de la aventura alguien pronunciará las palabras “no se deja atrás a un hermano”, frase extrapolable a lo que es la aventura de Sam Fisher en Conviction. En esta aventura Fisher no “deja atrás” a su hermano, sino más bien a su hija. En una historia salpicada por flashbacks e idas y venidas, descubriremos la epopeya del antiguo espía por descubrir la verdad tras el misterioso atropello y muerte de su hija.
En un momento de la aventura alguien pronunciará las palabras “no se deja atrás a un hermano”, frase extrapolable a lo que es la aventura de Sam Fisher en Conviction. En esta aventura Fisher no “deja atrás” a su hermano, sino más bien a su hija. En una historia salpicada por flashbacks e idas y venidas, descubriremos la epopeya del antiguo espía por descubrir la verdad tras el misterioso atropello y muerte de su hija.
Las misiones son tremendamente variadas. Como prueba de ello encontraremos un prólogo jugable a modo de flashback con un rescate en Irak que nos explicará porqué Fisher sólo confía en un hombre.
Con esta trama al más puro estilo Tom Clancy nos movemos por Conviction, un Splinter Cell que nada tiene que envidiar a las complejas tramas de las entregas anteriores, aunque en esta ocasión va algo más al grano en términos narrativos para aliviar unas historias que en juegos precedentes de la saga podían resultar algo farragosas. Eso sí, lo que no pueden faltar son los giros de acontecimientos inesperados, las abundantes traiciones y la corrupción y los crímenes que salpican a todos los estamentos políticos y militares.
La campaña individual se prolonga durante 11 capítulos narrados con fuerza vigorosa y habilidad. Ya no formamos parte de Third Echelon, la agencia para la que hemos trabajado en episodios anteriores, de modo que tenemos que llevar a cabo nosotros mismos todas las investigaciones, inversiones en equipamiento e interrogatorios; todo ello en una campaña tremendamente variada en la que cada episodio es un escenario muy diferente e imaginativo: Desde un parque de atracciones, hasta un mercado atestado de gente pasando por el monumento a Lincoln entre otras localizaciones.
Cuando estamos en el radio de visión de un enemigo veremos un semicírculo blanco indicando la dirección en la que éste se encuentra. Si la advertencia se torna roja habremos sido descubiertos.
Hemos comentado que Conviction cambia la fórmula de lo que tradicionalmente ha sido un Splinter Cell pero, ¿Qué elementos cambia y cuáles mantiene? El equilibrio en este sentido es clave, y es que de nada hubiera servido llevar a cambio modificaciones para innovar si con ello se hubiese pierde la esencia de lo que ha sido la saga. Para eso mejor comenzar una nueva IP, ¿no?
El mensaje en este sentido es tranquilizador. Conviction cambia, pero no por ello deja de ser un Splinter Cell. Básicamente lo que se ha conseguido es que si bien las series siempre han sido terreno abonado para los jugadores más hardcore, ahora éstos sigan teniendo su lugar preferencial pero también se deje sitio a los menos experimentados.
¿Cómo conseguir una ecuación tan complicada? Fundamentalmente haciendo que si bien el sigilo sea la base de toda la experiencia de Conviction, innegociable de hecho en la dificultad más alta, ahora tengamos siempre una oportunidad si somos detectados, por dura y dificultosa que ésta acabe siendo siempre.
Así pues hay dos perfiles claros en el jugador de la nueva aventura de Sam Fisher. El primero es el del jugador que debuta en esta clase de videojuegos y que no tiene apenas experiencia en sagas como Splinter Cell o Metal Gear Solid. Para él es recomendable el nivel de dificultad “Novato” donde, seamos honestos, Conviction es un paseo. Aquí poco debe preocuparnos la injerencia del enemigo, y es que con ser algo inteligentes y apuntar con mediana precisión superaremos la campaña en poco más de 6 horas sin tirar de gadgets y sin abusar del sigilo en lo que será un agradable correcalles de acción sin mayores problemas.
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